Dos errores muy frecuentes en la lengua oral y
en la escrita y que a mí me causan especial impaciencia son el queísmo y el
dequeísmo (hasta el nombre lo tienen
feo). La causa del error no es otra que la ausencia de la preposición de (queísmo) cuando es necesaria o su
presencia (dequeísmo) cuando no lo es.
Incurrimos en dequeísmo si utilizamos la
preposición de seguida de la
conjunción que cuando no es
necesaria: *No pensó de que podría llover esa tarde. En cambio, nuestro error
es el queísmo cuando eliminamos la preposición de ante la conjunción que
cuando es necesaria: *Se olvidó que tenía que recoger a los niños.
A fuerza de oír y de leer estos errores, que
son muy frecuentes, hay ocasiones en las que dudo. Para evitar equivocarme uso
un truco que me enseñó un querido profesor de lengua en la escuela y que
siempre me ha sido muy útil. Siempre que tengo dudas con alguna expresión
pruebo a convertir el enunciado en cuestión en una pregunta.
Si la pregunta que resulta no va encabezada por
la preposición de, entonces es que
debemos prescindir de ella. En el ejemplo de dequeísmo anterior preguntaríamos ¿qué pensó? y no *¿de qué pensó? La
preposición de sobra en esta
construcción.
Si la pregunta resultante nos obliga a usar la
preposición de, entonces es que es
imprescindible en nuestra frase. Volvamos a nuestro ejemplo de queísmo. Lo
correcto sería preguntarnos ¿de qué se
olvidó? y no ¿qué se olvidó? La
preposición de es necesaria en esta
frase.
Háganse un autoanálisis y descubran si la
preposición de les juega a veces
malas pasadas. No se dejen vencer por ella. Es chiquita pero tupida pero
nosotros lo somos más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario