jueves, 26 de enero de 2012

Una familia larga

    El español dispone de ciertas partículas muy útiles para la formación de nuevas palabras aunque, con frecuencia, nos juegan malas pasadas. Las normas ortográficas establecen que estos elementos han de escribirse soldados a la palabra a la que se unen para crear un nuevo término. Sin embargo los encontramos usados incorrectamente con frecuencia en titulares como este: "Los súper mercados continuarán atendiendo a sus clientes". Al parecer se produjo un cruce entre súper, forma coloquial creada por acortamiento, y un mal manejo ortográfico del sustantivo supermercado. Es verdad que las voces de reciente creación o difusión pueden plantearnos dudas. Esta falta de práctica explica la aparición de distintas formas gráficas para una misma palabra, como ha pasado en estos días con los términos que contienen el elemento compositivo narco-. En uno de nuestros diarios leíamos un escalofriante titular: "El país bajo amenaza de convertirse en un narco estado". Este productor de palabras presenta dos significados concretos. Puede tratarse de la acepción 'sueño', que encontramos en palabras como narcótico, narcotizar o narcolepsia, o de la acepción 'droga', que ha generado toda una familia de palabras, una familia de mala reputación donde las haya: narcotráfico, narcodólar, narcotraficante… Todos sus miembros siguen la misma regla: elemento compositivo y palabra van soldados. Solo si la palabra a la que se une empieza con mayúscula es necesario recurrir al guion, como hacemos siempre con los prefijos: narco-Estado. Los profesionales del periodismo escrito deben familiarizarse con su escritura correcta porque, cada día más, estamos abocados a convivir con estas palabras y con las realidades que nombran.

 

lunes, 16 de enero de 2012

Atención al género

    El uso correcto de una palabra no se limita al conocimiento de su ortografía o al dominio de su significado. Las palabras funcionan como piezas encadenadas que se adaptan entre sí mediante la concordancia. Para poder establecerla correctamente debemos conocer el género de cada sustantivo. Es posible que dudemos y para eso están a nuestra disposición las indicaciones gramaticales del diccionario. Son sencillas y fáciles de consultar. Por eso me sorprende encontrar con frecuencia usos incorrectos del género de algunas palabras. Hace unos días me topé en las páginas de un diario con el término alerta usado en masculino. Este error podría haberse evitado con la consulta de la entrada que le dedica el DRAE: "alerta. f. Situación de vigilancia o atención". La abreviatura que abre el artículo tiene como objetivo señalar qué género tiene el sustantivo definido. Hablaremos así de la alerta amarilla, con concordancia en género femenino entre todos los elementos: determinante (la), sustantivo (alerta) y adjetivo (amarilla). Hay casos que pueden presentar más dificultad. El mismo día leí cómo alguien destacó "los dotes de un homenajeado". El sustantivo dote puede usarse con ambos géneros, aunque sea más frecuente el femenino, cuando se refiere al 'conjunto de bienes aportados por la mujer al matrimonio'. Sin embargo, si, como en el ejemplo, lo elegimos para referirnos a una 'cualidad apreciable' debemos usarlo en femenino. El diccionario puede ser una herramienta insustituible para que podamos hacer gala de nuestras dotes como hablantes de español.


 

viernes, 6 de enero de 2012

Un regalo de la Biblioteca Nacional de España

Prueben a acercarse al Quijote de una manera diferente. La suprema obra cervantina, cumbre de la literatura en español y de la literatura universal, vista desde una nueva perspectiva.

El mejor regalo



Navidad, Año Nuevo, Día de Reyes. Época de nostalgias, atracones –o comelonas, como prefieran -, propósitos renovados y buenos deseos. La tradición y, un poco también, reconozcámoslo, el consumismo se ponen de acuerdo para que todos nos volvamos un poco locos. Nos dejamos llevar por la alegría de regalar sin dedicarle a veces mucho tiempo o interés a la elección del regalo. Déjenme recodarles que entre los obsequios más especiales que podemos poner en las manos de un hijo, de un amigo, o de un colega siempre estará el libro, en cualquiera de sus versiones, la tradicional en papel o la moderna electrónica. Cuando regalamos un libro brindamos un mundo inagotable de diversión y conocimiento. Y hay mundos para todos los gustos, para grandes y pequeños, para tradicionales e innovadores, para vagos y afanosos. Si me permiten una sugerencia, no se olviden de los diccionarios, esos inmensos edificios donde habitan las palabras, y que nos permiten acceder a su vida cotidiana y aprender un poco más cada día a sacarle provecho personal y profesional a nuestro idioma. Es posible que reciban una que otra cortada de ojos pero es probable que ayuden a alguien a quien quieren a descubrir nuevos universos, nuevas maneras de pensar o de expresarse, una forma de diferente de encarar la vida que nos ayude a crear un mejor entorno para todos. A ese propósito bien podrían contribuir los libros y quienes los leemos. Parafraseando a mi admirado Joaquín Sabina, “que el diccionario detenga las balas”.

jueves, 5 de enero de 2012

Las familias crecen

        Las palabras también se agrupan en familias. Existe una, que consideramos la palabra primitiva, de la que van surgiendo, por derivación o por composición, otras que están emparentadas con ella. La creatividad está asegurada. Los límites los ponen las normas y el uso. La nueva palabra debe ser necesaria, responder a las reglas que para su formación tiene el español y su uso debe extenderse entre la comunidad de hablantes.

        En medio de una campaña electoral carente de reflexión y de propuestas, los ciudadanos nos hemos resignado a sufrir casi diariamente actos propagandísticos en los que las palabras han perdido su protagonismo para cedérselo al derroche y a la contaminación atmosférica y acústica.

        Entre el humo y la bulla la patrimonial caravana ('comitiva de personas que, en cabalgaduras o vehículos, viajan o se desplazan unos tras otros') ha adquirido una nueva acepción y ha parido el sustantivo caravaneo y el verbo caravanear, formados mediante sufijos a partir del sustantivo primitivo. La hermosa y simbólica bandera ('tela de forma comúnmente rectangular, que se asegura por uno de sus lados a un asta o a una driza y se emplea como enseña o señal de una nación, una ciudad o una institución') tiene ahora dos vástagos, el sustantivo bandereo y el verbo banderear. Dos familias de palabras que crecen por mor de nuestra peculiar forma de hacer política. Esperemos que no sean estos los únicos frutos que nos deje y que las palabras y su contenido, sin que se los lleve el viento electoral, se conviertan en las verdaderas protagonistas.