El Diccionario
del español dominicano nos está proporcionando muchas satisfacciones. Una
de ellas la protagonizó un participante en el conversatorio que al DED
le dedicamos en el Centro León en Santiago de los Caballeros.
En la
tertulia final alguien se refirió a las obras que nos sirvieron para recopilar
palabras. Se interesaba en saber si, además de las fuentes literarias, habíamos
usado otro tipo de obras. Le preocupaba que las palabras de las jergas
juveniles pudieran haber quedado excluídas del diccionario y se refirió en
concreto a tro, que encontramos con frecuencia en el lenguaje juvenil
coloquial y, sobre todo, en la música urbana.
Me encantó
que propusiera este ejemplo porque su inclusión en el DED tiene
historia. Cuando empezamos a encontrar ejemplos de su uso, sobre todo en
páginas electrónicas y redes sociales, pensé por un momento que se trataba de
una adaptación criolla del inglés truck. Mi reacción fue resoplar: otro
anglicismo.
El
sustantivo tro ( ‘gran cantidad de algo’) es una versión juvenil de un
clásico: trox, troj, troje, troja. El DRAE
registra una acepción que se refiere a un ‘espacio limitado por tabiques, para
guardar frutos y especialmente cereales’, un granero de toda la vida. En la República
Dominicana, y así lo recoge el DED, se usa la variante troje para
referirse a una ‘carga de caña de azúcar’. Desde sus primeras apariciones en
español (Corominas la documenta por primera vez en 1190) la han usado muchos
grandes escritores: Quevedo, Ercilla, Lope de Vega, Machado, Valle Inclán,
Unamuno, Miguel Hernández o Neruda.
Los
jóvenes, a los que a veces tanto criticamos por su forma de hablar, nos dieron
una vez más una hermosa lección de preservación de nuestro léxico tradicional:
una lección de historia de la lengua.
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