Nuestra lengua no para de crear palabras. Con ellas se remoza y se adapta
a los tiempos. Las creaciones las realizan los hablantes y el uso las difunde y
las impone o las aparta y las hace desaparecer. Pero, como casi todo en la
lengua, la creación de nuevas voces debe seguir unas normas. Para formar nuevos términos disponemos de la
derivación, con la que creamos mediante los afijos (ya sean prefijos o
sufijos). En la página electrónica de la Academia Dominicana de la Lengua
recibimos una consulta sobre la derivación correcta de los verbos desvelar y develar. Ambos son sinónimos y significan ‘quitar o descorrer el velo que cubre algo´.
A
partir de ellos se forman los derivados develizar
y desvelizar, con el mismo
significado de los verbos originales. El uso de estos dos verbos derivados está
desaconsejado por innecesario. No tiene mucho sentido crear dos formas nuevas
cuando ya existen dos palabras para expresar ese mismo significado.
A
partir del verbo develar se forman
los sustantivos develación (‘acción de descorrer el velo que cubre una estatua, un retrato o
una inscripción en una ceremonia inaugural’) y develamiento; a partir del verbo develizar, cuyo uso hemos tachado de innecesario, se forman develización y develizamiento. En
español el sufijo –ción forma
sustantivos a partir de verbos para expresar acción y efecto. El sufijo –miento cumple exactamente la misma
función. Estos dos sufijos son los que intervienen en la creación por
derivación nominal de estos cuatro sustantivos que resultan ser sinónimos.
Si
seguimos el consejo del Diccionario
Panhispánico de Dudas deberíamos decantarnos por los verbos develar o desvelar y por los sustantivos develación
o develamiento, que se derivan de
ellos. Nuevas palabras, sí, pero si son necesarias y se apegan a las normas que
rigen nuestra lengua.
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