La influencia del inglés en nuestra lengua es indudable. También la de nuestra lengua en el inglés, no vayan a creer. Las lenguas no son compartimentos estancos. Al contrario, son productos culturales muy permeables. La cercanía con territorios en los que se habla otra lengua siempre potencia el contacto. Nuestra relación con el inglés no se debe solo a una cercanía territorial sino que nace de una influencia cultural y mediática inevitable, mucho más si tenemos en cuenta la numerosísima población dominicana que vive en los Estados Unidos.
Un ejemplo curioso de esta influencia es nuestra forma peculiar de leer algunas siglas. Las usamos para referirnos abreviadamente a una expresión formada por varias palabras y las construimos con las letras iniciales de cada una de estas palabras. Para leerlas usamos el deletreo (ONG [o-ene-gé] o PC [pe-cé]) o, como en el caso de los acrónimos, la lectura secuencial (ONU [onu] o FAO [fao]).
¿No les sorprende que la presión del inglés pueda colarse incluso en la lectura de las siglas? Difícilmente lo notamos ya puesto que las usamos con mucha frecuencia. Los CD [cidí], los DVD [dibidí] y los VIP [biaipi] son el pan nuestro de cada día. Adoptamos sin pensarlo la lectura deletreada en inglés y solo somos conscientes de ella cuando, por casualidad, oímos estas mismas siglas deletreadas por algún hablante que las lee en español. Las hemos hecho tan nuestras que el uso las acabará imponiendo a pesar de su extrañeza. Las cosas de la lengua son así por más que queramos resistirnos.
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