martes, 21 de agosto de 2012

En busca del libro

    Como si de una novela de intrigas se tratara, un códice medieval desapareció misteriosamente de la catedral de Santiago de Compostela en España el año pasado. La investigación policial desentrañó el misterio y el códice volvió a su tranquilidad entre los vetustos muros catedralicios de donde nunca debió salir. En nuestra época todavía muchos sentimos la atracción inexplicable que provoca la tinta sobre el papel, en todos sus formatos. Los libros han recibido a lo largo de la historia nombres diversos. Aprovechemos la azarosa historia del códice compostelano para acercarnos a ellos.

    Como de muchos otros acontecimientos históricos, el año 1492 fue testigo de la aparición de la imprenta. Hasta entonces los libros eran escritos y copiados a mano –manuscritos- por dedicados amanuenses. Estos libros manuscritos anteriores a la invención de la imprenta son los códices, como el protagonista de nuestra historia de hoy. Los años iniciales de la imprenta, hasta comienzos del siglo XVI, produjeron obras que conocemos como incunables –hermosa palabra que procede del latín incunabula que significaba 'pañales'. Libros en pañales, hermosa imagen, digna de un buen poeta.

    Desde los incunables hasta nuestros días los libros han sido los reyes, en baratas ediciones de bolsillo, hermosas ediciones especiales, obras de segunda mano que se abren por las páginas que más les han gustado a sus antiguos lectores. El libro no se detiene. El nuevo formato de los comienzos de nuestro siglo ya ha llevado a las páginas del diccionario académico la locución libro electrónico. Confiamos en que siempre nos queden muchos libros por descubrir.

1 comentario:

YEL dijo...

Cambiará su formato, pero creo que el concepto del libro permanecerá (eso espero).
Cuando el libro electrónico reine, muchos echaremos en falta el olor del libro en papel, sobre todo de los libros nuevos. También el objeto físico palpable del libro. Pero igualmente por culpa de Gutenberg muchos echaron de menos la belleza de los libros manuscritos, con sus bellas ilustraciones y su caligrafía exquisita.
Una confusión de fechas: Colón saludó al Nuevo Mundo en 1492, pero la imprenta de Gutenberg había llegado a mediados de ese siglo.