martes, 22 de julio de 2014

Hoy pongo el acento en otras cosas


Conocen mi preocupación por la ortografía. Hoy quiero poner el acento más allá.

Visité hace unos días la localidad costera de Boca de Yuma (un hermoso nombre, por cierto). A la orilla de un paisaje espectacular, con el mar Caribe y el río Yuma como protagonistas, e iluminada por la paleta inefable de sus aguas, encontré una pequeña biblioteca rural, colorida, alegre, impecable. Un pequeño tesoro luce con más brillo cuando se convierte en el centro de atención. Para mí,  entre la música estruendosa procedente de las bocinas (nuestro inevitable musicón) y el desorden al que estamos desgraciadamente tan habituados, esas pequeñas cuatro paredes representaban lo mejor que tenemos: curiosidad, ganas de aprender y un resquicio de esperanza.

Si se fijan en la fotografía son evidentes el esmero y la dedicación. Ojalá alguno de sus lectores aporte un granito de arena ortográfico y corrija alguna tilde, algún punto de más o alguna mayúscula de menos.

Del silencio que intuimos en su interior parece desprenderse una expresión de orgullo por el amor a los libros y a la lectura que, por imposible que parezca, acalla la bulla que reina en nuestras calles.


 Hermoso contraste en una tierra especialista en contrastes. El fragor del Caribe y el silencio respetuoso de la biblioteca se alían para que una lectora empedernida sienta que no todo está perdido en esta tierra nuestra.

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