La semana pasada nos emburujamos con las
mayúsculas y los signos de puntuación. Repasar algunos contextos que nos
plantean problemas a la hora de elegir entre mayúscula o minúscula inicial nos
ayudará a manejarlas con maestría y a no abusar de ellas por desconocimiento.
Solo se usa la mayúscula inicial en la primera
palabra del título que designa una obra de creación. Además, los títulos deben
escribirse en cursiva, lo que no deja lugar a dudas sobre donde empiezan y
donde acaban: El violín de la adúltera de Andrés L. Mateo o A mí no me gustan los boleros de Jeannette
Miller. Por supuesto, si algún nombre propio forma parte del título, la
mayúscula es indispensable: La biografía
difusa de Sombra Castañeda de Marcio Veloz Maggiolo.
La misma norma se aplica a las partes o
secciones de una obra (capítulos, artículos o columnas). La columna “Eñe. Voces
del español” se publica todos los martes en Diario
Libre. En este mismo ejemplo podemos observar otra norma: los títulos de diarios
y revistas llevan mayúscula en la primera palabra y en todos los términos
léxicos que los componen. La sección se
entrecomilla si se menciona junto al título de la publicación completa, que se
escribe en cursiva. La revista Mujer
Única inluye el segmento “Vivir bien”.
Muy distinto es el caso de los títulos
personales y las fórmulas de tratamiento. Siempre se usan en minúscula, hasta la
del mismo don Quijote. Los doctores o
licenciados no lo son más con mayúscula inicial. Usen las mayúsculas solo
cuando los tratamientos estén abreviados: Ud.
o Dra.
El uso de la mayúscula no es caprichoso, no es
signo de respeto ni de importancia. La mayúscula está regida por normas
ortográficas. Conocerlas y aplicarlas correctamente es nuestra tarea de buenos
hablantes.
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