martes, 18 de febrero de 2014

Una hermosa cuenta corriente


El premio nobel Joseph Brodsky recomendaba: “Cuidad vuestro vocabulario como si se tratase de vuestra cuenta corriente. Dedicadle todo tipo de atenciones e intentad engrosarlo”. Pero ¿cómo? 

 

La primera vertiente es la atención que le dedicamos al que ya poseemos. ¿Conocemos su verdadero significado? Nuestro auxilio fundamental en esta tarea es el diccionario. Con su consulta podemos acercarnos a los matices más sutiles de cada significado. Podemos conocer observaciones sobre uso gramatical o sobre la valoración social que impregna una palabra y que la hace apropiada o no para su utilización en determinado momento.

 La segunda vertiente es la aspiración de aumentar nuestro caudal léxico. En cuestiones de amplitud léxica no se aplica la máxima “menos es más”. El tamaño sí importa. Más palabras (y mejor conocidas) suponen más capacidad de observación y de aprehensión del mundo que nos rodea y, por supuesto, más acierto para expresarlo y comunicarlo.  

Hay muchas actividades que pueden ayudarnos a acrecentar nuestro vocabulario. La lectura es la primordial. Lean y, cuando lean, señalen las palabras que les planteen dudas. A veces no es necesario dejar el libro y consultarlas de inmediato. Traten de deducir el significado por el contexto de lo que leen y sigan con su lectura. En cuanto puedan, recurran al diccionario. Hasta aquí habremos incorporado el nuevo vocablo a nuestro vocabulario pasivo. El siguiente paso es hacer nuestra la palabra buscando la ocasión de utilizarla en nuestra vida diaria, aunque sea como un juego. Mi hija Natalia es especialista en esto. Todos notamos que ha aprendido una nueva palabra porque la usa hasta en la sopa.

La imagen de Brodsky acierta al considerar nuestro vocabulario como una riqueza. ¿Alguna vez lo habían visto así? 

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