El premio nobel Joseph Brodsky recomendaba:
“Cuidad vuestro vocabulario como si se tratase de vuestra cuenta corriente.
Dedicadle todo tipo de atenciones e intentad engrosarlo”. Pero ¿cómo?
La primera vertiente es la atención que le
dedicamos al que ya poseemos. ¿Conocemos su verdadero significado? Nuestro
auxilio fundamental en esta tarea es el diccionario. Con su consulta podemos
acercarnos a los matices más sutiles de cada significado. Podemos conocer
observaciones sobre uso gramatical o sobre la valoración social que impregna
una palabra y que la hace apropiada o no para su utilización en determinado
momento.
Hay muchas actividades que pueden ayudarnos a
acrecentar nuestro vocabulario. La lectura es la primordial. Lean y, cuando
lean, señalen las palabras que les planteen dudas. A veces no es necesario
dejar el libro y consultarlas de inmediato. Traten de deducir el significado
por el contexto de lo que leen y sigan con su lectura. En cuanto puedan,
recurran al diccionario. Hasta aquí habremos incorporado el nuevo vocablo a
nuestro vocabulario pasivo. El siguiente paso es hacer nuestra la palabra
buscando la ocasión de utilizarla en nuestra vida diaria, aunque sea como un
juego. Mi hija Natalia es especialista en esto. Todos notamos que ha aprendido
una nueva palabra porque la usa hasta en la sopa.
La imagen de Brodsky acierta al
considerar nuestro vocabulario como una riqueza. ¿Alguna vez lo habían visto
así?
No hay comentarios:
Publicar un comentario