Desde nuestros días escolares
relacionamos el singular con las palabras que se refieren a una sola cosa o
persona y el plural con las palabras que se refieren a más de una. Nuestra
lengua tiene además sustantivos que, en número singular, se refieren a una realidad
plural. Se denominan sustantivos colectivos y estoy segura de que, aunque los
términos gramaticales les resulten extraños, si les hablo de rebaño, higüeral, familia, enjambre,
mosquero o palmar, saben muy bien
a lo que me refiero. Todas estas palabras designan un conjunto de seres que
pertenecen a la misma clase.
La lengua tiene sus propias reglas
internas que le permiten funcionar como un mecanismo engrasado. Cuando estas
palabras (recordemos que están en singular) funcionan como sujeto, el verbo
debe conjugarse en singular. Muchas
veces nos dejamos llevar por la realidad y nos olvidamos de la gramática, sobre
todo si sujeto y verbo están muy alejados en la frase. La
gente del barrio, que había organizado una junta de vecinos, se *reunían todos
los sábados. El verbo debió ser reunía
porque el sujeto gente es singular,
aunque se refiera a un conjunto de personas.
Como siempre hay casos
particulares. Si el verbo de la oración es ser
y el atributo es un sustantivo, ambos van en plural. La gente del barrio son ciudadanos comprometidos. Sin embargo, si
el atributo es un adjetivo, tanto el verbo como este concuerdan en singular. La gente del barrio es activa y dedicada.
Cuando hablamos de gramática
muchas veces nos preguntamos cómo es posible que nos acordemos de todos estos
detalles. Esa es la grandeza de la cercanía de una lengua materna. La hemos
interiorizado hasta dejar de notarla. No la demos demasiado por supuesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario