Una
característica evidente de la pronunciación del español dominicano es la
aspiración de la –s en posición final de sílaba o final de palabra. Este rasgo
dialectal no es exclusivo de los hablantes dominicanos. Lo compartimos con la
mayoría de los hablantes de español, tanto en América como en la zona
meridional de España.
Con
frecuencia, y sin darnos cuenta, también nos “comemos” la ese final cuando
escribimos. El problema es que este error ortográfico se transforma muchas
veces además en un error gramatical.
El
español usa la –s final como morfema de plural (cigua/ciguas). Su
desaparición puede suponer la aparición de un error de concordancia gramatical.
Veamos algunos ejemplos.
Un
anuncio publicitario sobre un abanico describía así el imprescindible
electrodoméstico: “resistente a altos y bajos *voltaje”. Sin duda echamos en
falta la ese final en voltaje. Si los adjetivos que se refieren a este
sustantivo (altos y bajos) están en plural, el sustantivo debería
concordar con ellos en género (masculino) y número (plural). La falta de una
sola ese trae consecuencias ortográficas y gramaticales.
Si en ese ejemplo hay un error, ¿cuántos descubren en
esta frase que apareció en un artículo periodístico? *Uno se quedaron
haciendo bembitas y otros *muerto *e *risas. Les facilité la labor
señalándoselos con un asterisco. A uno le falta el morfema de plural
para que concuerde con el verbo al que sirve de sujeto, que está en plural; a muerto
le falta, para que concuerde con otros; en cambio, a risas le
sobra, puesto que la expresión correcta es muerto de risa. Y en lengua
no se admite el dicho de que más vale que sobre que no que falte. Ojo con las
eses, a la hora de escribir, ni una más ni una menos.
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