Una de las reglas ortográficas más fáciles es la que establece el cambio de la conjunción copulativa y por e cuando va seguida de una palabra que empieza por el sonido i: tortugas e iguanas, único e irrepetible. Lo que produce el cambio de la conjunción es el sonido inicial de la palabra siguiente y no la letra. Si esta comienza por h, la regla se mantiene (ya saben eso de la h muda): aguja e hilo, padre e hijo. La regla es fácil, no hay duda, pero, como casi siempre, tiene sus pequeñas excepciones.
Si la palabra empieza con la i formando diptongo con otra vocal (ie, ia, io, iu) mantenemos la conjunción y. Así no diremos *flores e hierba sino flores y hierba, *madera e hierro sino madera y hierro. Algunas veces la conjunción y adquiere una intensidad especial, por ejemplo, en ciertas preguntas. Seguro que más de una vez han preguntado ¿Y Inés Aizpún?
¿Cuándo publica su columna? Esta es la forma correcta y una de las excepciones a la regla.
La regla de oro es pensar en el sonido y no en la letra. Si la palabra en cuestión procede de otra lengua y empieza por el sonido i, aunque no se escriba con esta letra, obliga también a que la conjunción y cambie a e. Daremos, por tanto, nuestro teléfono e e-mail (en inglés esta e de e-mail se pronuncia como i). Algo similar sucede con las palabras que, aunque tienen i o hi iniciales, no se pronuncian con este sonido. Cada día nos familiarizamos más con tabletas y ipods (pronunciado en inglés /aipods/). Son muchos los casos de h aspirada: Mussolini y Hitler, Obama y Hillary. Las cosas de la lengua. Todas tienen truquito e intríngulis.
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