Mientras escuchaba la radio hace unos días oí un anuncio publicitario de un hotel en el que se promocionaba que el establecimiento disponía de "cienta treinta habitaciones". Es un error habitual entre nosotros que podemos aprender a corregir con facilidad. Ciento es un numeral cardinal que usamos como adjetivo y encontramos apocopado en la forma cien cuando antecede a un sustantivo: cien habitaciones. Si formamos un numeral compuesto, ciento se cambia por cien cuando aparece ante mil: esa región dispone de cien mil plazas hoteleras. Seguido de los demás numerales mantiene su forma completa e inalterada: ciento cincuenta, ciento veinte mil.
Tampoco cambia con el género del sustantivo al que modifica. Así hablamos de ciento treinta camiones y de ciento treinta camionetas sin que el numeral ciento se modifique. El hotel anunciado tiene, por tanto, ciento treinta habitaciones. Lo que sí cambia es el segundo numeral en el caso de que disponga de variación de género; es lo que sucede con ciento treinta y un aviones y ciento treinta y una avionetas. La frecuencia de nuestra confusión parece deberse a una búsqueda de la regularidad con numerales como doscientos, trescientos, etc., que sí presentan variación de género: doscientas velas y trescientos velones.
Aunque las lenguas están hechas de regularidades tienen muy a menudo también elementos que, histórica o lingüísticamente, se salen del camino real. Aprendamos a respetarlos como son, que tienen muchos siglos de vida y muchos más que les queda por vivir todavía.
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