martes, 10 de septiembre de 2013

Nunca sabemos demasiado


Hay algunas palabras que, a pesar de su sencillez, vemos usadas erróneamente con cierta frecuencia. La palabra demasiado, y su forma femenina demasiada, es una de ellas. Intentemos deshacer el entuerto, como si fuéramos caballeros andantes manchegos. Cuando la aplicamos a un sustantivo la usamos en función de adjetivo. Con ella expresamos que lo que el sustantivo significa tiene exceso o demasía: demasiado trabajo. En esta función como adjetivo presenta variación de género (masculino y femenino) y número (singular o plural) para concordar con el nombre al que se refiere: demasiado calor, demasiada lluvia, demasiadas emociones.
     Pero esta misma palabra puede usarse también como adverbio y, como tal, permanece invariable, puesto que los adverbios no tienen cambio de género ni de número. Su función adverbial aparece cuando aplicamos demasiado a un adjetivo, a un verbo o a otro adverbio; en este caso significa ‘excesivamente’ y queda fijo en la forma masculina singular. Un hombre puede ser demasiado atrevido y una mujer demasiado atrevida; lo que no podemos decir es que una mujer es *demasiada atrevida. Un tomate puede estar demasiado maduro y una manzana demasiado madura pero no *demasiada madura. 
     Si la conocemos y la respetamos la lengua nos muestra las normas que la rigen. Seguir estas normas aumenta la calidad de nuestra expresión hasta en los más pequeños detalles. Si de lengua española se trata, rica por historia y por tradición, nunca aprenderemos demasiado.

martes, 3 de septiembre de 2013

En boca de todos


A falta de otra excusa, me consuelo pensando que aprovecho los habituales tapones capitaleños para algo más que para desesperarme. Entre los participantes en un popular programa vespertino de radio surgió la duda de cuál era el plural de maní. ¿Maníes,  manís o manises? Hubo opiniones para todos los gustos. Vaya para ellos mi felicitación porque, medio en broma, medio en serio, la duda gramatical y la corrección a la hora de resolverla se consideró importante. Me habría gustado poderles hacer llegar la regla gramatical en ese momento pero, ya saben, el guía está reñido con los aparatos electrónicos, o así debería ser.   

En español el plural se forma añadiendo –s o –es y existen algunos casos en los que la palabra puede permanecer invariable, aunque son poco frecuentes. Hasta aquí parece fácil. Un caso particular es el de los sustantivos y adjetivos terminados en –i o en –u tónicas, como maní, pero también como ají, bisturí, tabú o carmesí. Estas palabras admiten dos formas para el plural, ambas consideradas correctas, aunque en la lengua culta suele preferirse la primera: maníes/manís, ajíes/ajís, bisturíes/bisturís, tabúes/tabús, carmesíes/carmesís. Resuelta una de las dudas de nuestros amigos de la radio.

La tercera posibilidad, la que forma el plural en –ses, se considera vulgar, por lo que el “chocolate con manises” del que hablaban debería corregirse. Nunca faltan los pequeños detalles: el plural de la afirmación cuando la usamos como sustantivo es síes; el de la nota musical es sis.

Me encanta que la gramática salga de las aulas y de las academias y esté en boca de todos, nunca mejor dicho.