Se acerca el 25 de noviembre, declarado por la ONU como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en memoria de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal. La violencia contra las mujeres se manifiesta de muchas formas. Su expresión más trágica es la que resulta en la muerte de la mujer que la sufre. La frecuencia de estas muertes es tal que ha llegado a generar una palabra que las designa aprovechando un elemento compositivo del español: el sufijo –cidio. Con este sufijo se han creado numerosos sustantivos que tienen como referentes distintos tipos de muertes: parricidio, infanticidio, fratricidio... Un catálogo que habla por sí mismo del peor comportamiento humano y que, por desgracia para nosotros, ha sumado un término a su lista macabra: feminicidio.
Todas estas palabras se componen de dos elementos; la raíz se refiere a la persona a la que se mata y el sufijo –cidio que significa la 'acción de matar'. Cuando el destinatario de esta acción es una mujer, el término más adecuado es feminicidio, que sigue el patrón del español que usa la base léxica femin- para componer términos relacionados con la mujer (femineidad, feminismo, feminización). Encontrarán también, como sinónimo o no, el sustantivo femicidio, que parece tratarse de un calco del inglés. Una nueva palabra anuncia la aparición de una nueva realidad. Lo lamentable en el caso de la violencia contra la mujer es que, a pesar de ser milenaria, solo ahora estamos empezando a nombrarla. Esperemos que la palabra sea el comienzo del fin.
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