En la ciudad de Tampa en Florida el barrio histórico de Ybor, formado en su origen por inmigrantes cubanos y españoles, ha protagonizado una "batalla" ortográfica y ciudadana. En homenaje lingüístico a su herencia cultural la denominada Seventh Avenue lucía con orgullo su denominación en español, La Sétima. Algunos pobladores pidieron a las autoridades municipales la corrección de este nombre para que pasara a ser La Séptima. Y aquí surgió la controversia ortográfica.
Cuando pronunciamos el grupo de consonantes pt relajamos mucho la pronunciación de la p. Las variantes ortográficas que reflejan este fenómeno están admitidas en séptimo y septiembre debido a su uso generalizado y frecuente; por lo tanto, las grafías sétimo y setiembre no están consideradas como errores ortográficos. No así los derivados, como septuagenario o séptuplo, ni el resto de voces que incluyen este grupo consonántico.
Pero en lengua, además de la corrección, hay que tomar en cuenta la valoración de los hablantes. La reducción del grupo en la escritura está considerada como un uso poco cuidado mientras que su mantenimiento se relaciona con un uso culto. Los habitantes de Ybor defendieron sus posturas y demostraron que la ortografía todavía puede levantar pasiones. Unos abogaban por el mantenimiento de lo establecido; otros por un cambio ortográfico que reflejara una apreciación culta. Finalmente el ayuntamiento decidió aprobar que la calle se llamara La Séptima. Todos tenían sus razones. Podemos inclinarnos por una postura o por otra pero, en cualquier caso, la polémica reafirma la trascendencia de la ortografía y cómo lo que para muchos solo representa un conjunto de normas molestas puede significar, para los que valoran su lengua, una seña de identidad cultural que merece ser defendida.