Muchos de nosotros nos hemos visto obligados a presentar en algún momento de nuestra vida un currículum vítae. Como en tantas otras cosas a veces las dificultades empiezan por el nombre. En este caso se trata de una locución procedente del latín que usamos para designar el documento en el que se registran nuestros datos personales, académicos y laborales. Su trascendencia radica en que debe servirnos de carta de presentación en un momento de tanta importancia, y más en estos tiempos que corren, como la solicitud de empleo.
Si queremos pronunciar la palabra vítae podemos elegir entre hacerlo como en el latín clásico [bítae] o como en el latín vulgar [bíte], aunque a menudo oímos una pronunciación mixta [bitáe] que no es admisible. Si nos referimos a varios currículum vítae, no es necesario modificar la locución, que permanece invariable en plural. Olvídense de usar el plural latino *currícula, muy extendido a pesar de que su uso en nuestra lengua es incorrecto.
Si preferimos simplificar, debemos evitar acortar la locución mediante la eliminación de la palabra vítae; es preferible que optemos por la forma hispanizada currículo, que, esta sí, forma el plural regular en español currículos. La hermosa imagen que nos evoca la traducción literal de esta locución latina, la carrera de la vida, alude a nuestra formación humana, intelectual y vital; y eso es lo que cuentan nuestros currículos. Se convierten en nuestros voceros, hablan por nosotros y, por lo tanto, deben hablar correctamente.
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