Cada nueva realidad científica lleva aparejada una palabra, tradicional, prestada o recién nacida, para nombrarla. En la difusión de estas novedades y de sus nombres entre el gran público suelen tener una gran responsabilidad los medios de comunicación. El uso de estas nuevas palabras produce dudas y vacilaciones. Siempre es oportuno recordar que, en la lengua, los nuevos componentes se someten habitualmente a las reglas existentes, por eso nos viene bien refrescar estas reglas en nuestra memoria o aprenderlas por primera vez si no las conocíamos. Un ejemplo claro de popularización de un término científico lo encontramos en los muchos artículos y notas periodísticas sobre las células madre, a las que, con demasiada frecuencia, oímos o leemos con una formación incorrecta del plural: *células madres.
En la lengua existen grupos de palabras que suelen aparecer juntas y que funcionan como una unidad. En este caso estamos ante una unidad léxica compuesta por dos sustantivos. No son raras en español estas formaciones en las que el segundo sustantivo funciona como un modificador del primero; podemos hablar de un hombre rana, un sofá cama, y, desgraciadamente, un coche bomba. Si queremos expresar estos compuestos en plural solo modificaremos el primer sustantivo y así aparecerán hombres rana, sofás cama y, tristemente, coches bomba. Siempre habrá niños prodigio y, probablemente, mujeres objeto; y esperemos que si la ciencia y la investigación no dejan de sorprendernos nos quede mucho que decir y que escribir, correctamente, sobre células madre.
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