martes, 23 de julio de 2013

Chiviricas


La mayoría de las palabras en español tiene acento y algunas lo tienen  marcado gráficamente mediante una tilde. La norma es que las palabras solo se acentúen de una manera pero hay un pequeño grupo de “chiviricas” que se ha escapado del redil y puede acentuarse de dos maneras, ambas correctas.

En algunos casos la doble acentuación procede del sufijo, como en las palabras que contienen el sufijo –iaco/íaco. ¿Cómo decimos policíaco o policiaco, cardíaco o cardiaco, afrodisíaco o afrodisiaco? Podemos elegir: ambas posibilidades son correctas.

La duplicidad puede tener distintas causas, muchas veces relacionadas con el origen de la palabra o con su condición de préstamo o extranjerismo. La palabra áloe, pronunciada como esdrújula, se acerca más a su étimo, pero puede pronunciarse como llana, aloe. Los dominicanos, si dudamos, podemos echar mano de la beneficiosa sábila.

Un caso curioso es el de la pareja élite/elite. En francés el sustantivo élite, ‘minoría selecta o rectora’ se pronuncia [elít]. Cuando se castellanizó se adaptó en la forma llana elite pero se produjeron interferencias con la grafía francesa original que provocaron una pronunciación esdrújula por la interpretación de la tilde francesa a la española. Con su extensión, incluso entre hablantes cultos, el uso de la variante esdrújula se considera tan válido como el de la llana.

A veces nos decantamos por una u otra acentuación según en qué lado del Atlántico hablemos. La palabra icono, que tanto usamos ahora, puede pronunciarse como llana –acentuación más próxima a su etimología- o como esdrújula, ícono.  Las divergencias aparecen en todos los ámbitos: beisbol/béisbol, futbol/fútbol, chofer/chófer, coctel/cóctel, pudín/pudin. En estas parejas la primera forma es la más habitual en América y la segunda en España, pero ambas son correctas. Conviene conocerlas, por si nos las topamos por ahí.            

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