martes, 25 de febrero de 2014

Orden de palabras


Orden de palabras

 

El Instituto Cervantes publicó en 2012 El libro del español correcto que contiene, como reza en su subtítulo Claves para hablar y escribir bien en español. Ojeándolo (‘mirando superficialmente su texto) y hojeándolo (‘pasando sus hojas y leyendo de prisa algunos pasajes’) encontré unas notas muy interesantes sobre el orden que deben mantener las palabras en español.  

Nuestra lengua permite cierta libertad a la hora de componer la frase pero también presenta algunas restricciones de las que El libro del español correcto destaca cuatro.  

Se recomienda evitar la colocación del verbo al final de la frase excepto si nuestro objetivo es crear un texto poético o literario. Frases como *Ante la sede los manifestantes fueron congregándose deben ser sustituidas por Los manifestantes fueron congregándose ante la sede.   

Los complementos o los adverbios no deben colocarse entre los componentes de una forma compuesta del verbo. Frases como *Había frecuentemente amenazado con retirarse deben sustituirse por otras como Había amenazado frecuentemente con retirarse.
 
Si una oración de infinitivo tiene un sujeto pronominal expreso, este debe situarse después del infinitivo. Frases como *No desearía yo haber sido el que se lo dijo deben redactarse como No desearía haber sido yo el que se lo dijo.
 
La cuarta recomendación sobre el orden de palabras tiene un inconfundible sabor caribeño. En el español general se recomienda colocar el sujeto de las oraciones interrogativas tras el verbo: ¿Cómo estás tú? No se preocupen. La anteposición de este sujeto al verbo se admite en la norma culta de los países caribeños. Podemos seguir diciendo ¿Cómo tú estás? o ¿Qué tú quieres? sin temor a equivocarnos.

 

martes, 18 de febrero de 2014

Una hermosa cuenta corriente


El premio nobel Joseph Brodsky recomendaba: “Cuidad vuestro vocabulario como si se tratase de vuestra cuenta corriente. Dedicadle todo tipo de atenciones e intentad engrosarlo”. Pero ¿cómo? 

 

La primera vertiente es la atención que le dedicamos al que ya poseemos. ¿Conocemos su verdadero significado? Nuestro auxilio fundamental en esta tarea es el diccionario. Con su consulta podemos acercarnos a los matices más sutiles de cada significado. Podemos conocer observaciones sobre uso gramatical o sobre la valoración social que impregna una palabra y que la hace apropiada o no para su utilización en determinado momento.

 La segunda vertiente es la aspiración de aumentar nuestro caudal léxico. En cuestiones de amplitud léxica no se aplica la máxima “menos es más”. El tamaño sí importa. Más palabras (y mejor conocidas) suponen más capacidad de observación y de aprehensión del mundo que nos rodea y, por supuesto, más acierto para expresarlo y comunicarlo.  

Hay muchas actividades que pueden ayudarnos a acrecentar nuestro vocabulario. La lectura es la primordial. Lean y, cuando lean, señalen las palabras que les planteen dudas. A veces no es necesario dejar el libro y consultarlas de inmediato. Traten de deducir el significado por el contexto de lo que leen y sigan con su lectura. En cuanto puedan, recurran al diccionario. Hasta aquí habremos incorporado el nuevo vocablo a nuestro vocabulario pasivo. El siguiente paso es hacer nuestra la palabra buscando la ocasión de utilizarla en nuestra vida diaria, aunque sea como un juego. Mi hija Natalia es especialista en esto. Todos notamos que ha aprendido una nueva palabra porque la usa hasta en la sopa.

La imagen de Brodsky acierta al considerar nuestro vocabulario como una riqueza. ¿Alguna vez lo habían visto así? 

miércoles, 12 de febrero de 2014

Diminutivos creativos


De unas palabras nacen otras. Con los sufijos creamos nuevas palabras por derivación; entre los más creativos están los diminutivos. A fuerza de usar una palabra en diminutivo aplicada a una realidad concreta los hablantes logramos que adquiera nuevos significados y pase a considerarse un nuevo término. 

El bolsillo, diminutivo del sustantivo bolso, empezó a designar un saco más o menos pequeño que se cosía en la ropa para transportar cosas. El molinillo, que procede del diminutivo de molino, nos ayuda a moler los granos de café o a batir el chocolate. La masilla, del diminutivo de masa, designa en el Caribe la pasta utilizada para alisar techos y paredes, y entre los dominicanos además alienta la imaginación de los más pequeños sirviéndoles para modelar miles de formas. En España a esta pasta moldeable se la denomina plastilina, sustantivo que procede de la marca registrada del producto.  

Las casillas dejaron de ser pequeñas casas para convertirse en los escaques del ajedrez o las damas. Los palillos, originalmente diminutivos de palo, se transformaron en mondadientes de madera, en varas para tocar el tambor o en los cubiertos usados en algunos países orientales para tomar los alimentos. El calzoncillo, o los calzoncillos de España, del diminutivo de calzón, no deja de ser nuestro pantaloncillo, o  pantaloncillos, (palabra que, por cierto, habrá que proponer que sea incluida en el DRAE), con el mismo significado y procedente del diminutivo de pantalón.  

Las lenguas son organismos vivos con la capacidad de recrearse y de recrear la realidad a partir de sus propios elementos. Con veintisiete letras somos capaces de expresar lo divino y lo humano. El detalle está en cómo conocemos las reglas que las combinan y las enlazan entre sí.

viernes, 7 de febrero de 2014

El "Diccionario del español dominicano" entre los libros más vendidos


El Diccionario del español dominicano está entre los libros más vendidos en la República Dominicana en enero 2014.


Saber que una obra destinada a ser consultada lo está siendo es la mejor recompensa.

martes, 4 de febrero de 2014

Claridad y sencillez


Atender el servicio de consultas de la Academia Dominicana de la Lengua conlleva la satisfacción de encontrarse con hablantes interesados por el buen uso del idioma. Es el caso de los lectores que muestran preocupación por el uso del verbo *aperturar (recordemos que el asterisco suele usarse cuando nos referimos a palabras o expresiones consideradas incorrectas). 

Estos hablantes se referían a la aparición en Diario Libre de frases como “Supermercado apertura nueva sucursal” o “Diseñador aperturó casa de modas”. No encontrarán el verbo *aperturar en el DRAE; sí en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, que registra su uso en varios países americanos. Se trata de una creación innecesaria a partir del sustantivo apertura. La consulta del CREA (Corpus de referencia del español actual), disponible en la página electrónica de la Real Academia, nos aporta nuevos datos. Comienza a usarse en el último cuarto del siglo XX (he encontrado un ejemplo en la prensa limeña de 1975) sobre todo en textos periodísticos. 
 
¿Por qué es un verbo innecesario? Porque para expresar el mismo significado disponemos del verbo abrir, clásico y elegante. *Aperturar no aporta ningún matiz que lo haga imprescindible para expresar algo que no pudiéramos expresar con abrir. Un caso similar es el de la locución adverbial *a lo interno utilizada en lugar del adverbio dentro. A veces los hablantes, en nuestro afán por expresarnos con variedad léxica, olvidamos que la sencillez y la claridad son fundamentales. Nos dedicamos a curcutear la palabra más rebuscada porque creemos que así daremos categoría a nuestra expresión. Y nos equivocamos.