jueves, 26 de abril de 2012

Lustre para nuestras palabras

    Mencionamos con frecuencia cómo un buen manejo del español favorece nuestra imagen personal, académica y profesional. Si esto es así en el ámbito personal, podemos fácilmente hacernos una idea de lo que este buen uso puede suponer para la imagen comercial de una marca o empresa. Las palabras están presentes en todo lo que hacemos y, más que muchas otras cosas, hablan de nosotros. La publicidad empresarial debería tener en cuenta esta máxima y cuidar con mimo la corrección del lenguaje de anuncios y folletos. En un encartado publicado recientemente leemos en vistosas letras mayúsculas una tentadora invitación a meter las manos en la masa. La invitación consiste en una sugerente sucesión de imperativos de verbos relacionados con los fogones. El efecto se desvanece cuando nos encontramos con una falta ortográfica que podría haberse evitado con una sencilla consulta al diccionario. El verbo glasear -'hacer, con diversos medios, que un alimento quede brillante'- se escribe con ese, no con zeta. Igual les ocurre a las palabras de su familia: glaseado, glasé, azúcar glas. Es verdad que, como los dominicanos seseamos, tendemos a autocorregirnos y a abusar de la zeta y de la ce en palabras que no las llevan. La inseguridad ortográfica se une en este caso a un cruce con un verbo inglés con el mismo significado y que se escribe con zeta. El influjo de otras lenguas se aprecia a menudo en detalles tan pequeños como una zeta que se cuela donde no le corresponde. Ojo avizor entonces a nuestra producción publicitaria. Una falta ortográfica puede restar lustre a lo que ofrecemos.

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