lunes, 20 de junio de 2011

El buen español

    Siempre que queremos mejorar nuestra escritura notamos que una de nuestras carencias es la escasez de vocabulario. Es verdad que los miles y miles de palabras y expresiones que la lengua pone a nuestra disposición pueden llegar a impresionar. Podemos empezar por establecer nuestras prioridades: ampliar y mejorar el léxico que trata los temas que más necesitamos o que más nos interesan. Cuando manejamos un vocabulario amplio y apropiado somos capaces de expresarnos más acertadamente y, generalmente, con mayor brevedad. Si notamos que nuestros textos son vagos e imprecisos, es el momento para recurrir a los diccionarios. Graciela Reyes, lingüista y docente, a la que siempre es un placer leer, dice que "no se puede escribir bien si no se escribe en buen español". Ella, haciendo gala del buen español al que todos aspiramos, propone su magistral definición de lo que es el buen español: "un español rico, flexible, matizado, usado con soltura y aplomo para expresar lo más fielmente posible nuestro pensamiento, para referirnos con exactitud al mundo y para establecer, consolidar y mejorar las relaciones con nuestros semejantes". Con maestría condensa el fundamento de lo que significa una expresión correcta. El dominio de las palabras para que resulten fieles a nuestro pensamiento se adquiere con la práctica, que no es otra que la mucha lectura y la mucha escritura y el mimo y el cuidado que ponemos en lo que leemos y escribimos. Las prisas, en esto como en casi todas las cosas importantes de la vida, no son buenas consejeras.

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