El año pasado asistimos a la publicación de la Ortografía de la lengua española por la Asociación de Academias. No sé qué tiene la ortografía que a todos nos evoca nuestros años escolares. A algunos les causa verdadera aversión; a otros, en cambio, respeto e interés. Una buena ortografía nos habla de una correcta alfabetización y de buenos hábitos de lectura. Las sociedades que conocen su repercusión valoran a quienes la dominan y se esfuerzan por difundirla y exigirla en el ámbito profesional y académico.
El componente esencial del sistema ortográfico del español es nuestro abecedario, formado por veintisiete letras, o signos ortográficos simples. Los dígrafos, que son cinco en español (ch, ll, gu, qu, rr), no se consideran letras. Esto no quiere decir, como más de uno nos ha reprochado escandalizado, que vayan a ser eliminados. La consecuencia más llamativa es que dejan de considerarse signos independientes a la hora de ordenar las palabras alfabéticamente; por lo tanto, no encontraremos los capítulos dedicados a la ch o a la ll en los diccionarios, como ya sucede en los más recientes diccionarios académicos.
A comienzos de marzo tendremos esta Ortografía de la lengua española en la Academia y en las librerías. Les prometo pequeñas ojeadas columna a columna; con las cosas nuevas y, también con las viejas, que nunca están de más. No olvidemos nunca que nuestra ortografía siempre habla de nosotros, tanto o más que nuestras palabras.
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