Esta columna de hoy es la última Eñe de 2010. En estos días solemos mirar atrás y analizar lo que ha sido el año que está a punto de terminar. Para la Academia ha sido un año intenso de trabajo y de resultados. Hemos presentado tres obras emblemáticas para el conocimiento y el estudio del español en todo el mundo: una nueva gramática, el Diccionario académico de americanismos, y ahora la nueva ortografía académica, que nos mantendrá ocupados durante los próximos meses.
En estas fechas también acostumbramos a plantearnos nuestros propósitos para el nuevo año; y el nuevo año académico viene cargado de proyectos útiles para todos los hispanohablantes y para los que aspiran a serlo: una nueva edición del Diccionario de la Real Academia, y un nuevo diccionario escolar panhispánico, para que nuestros niños aprendan a usar el diccionario y a verlo como lo que debería ser el resto de sus vidas, un libro de cabecera.
Seguirá su curso, laborioso e incesante, el proyecto de la Academia Dominicana de la Lengua de elaborar un diccionario académico sobre el español dominicano, proyecto que tenemos entre manos y que cada día va tomando forma y personalidad con el apoyo inestimable de la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua. El trabajo ha sido y continuará siendo intenso. Nuestro objetivo es que todos estos resultados les sean de provecho y que contribuyan a transmitirles la pasión y la responsabilidad que nosotros sentimos por el español de todos.