Este espacio está dedicado a promover las actividades de la Tertulia Lingüística de la Academia Dominicana de la lengua. Nuestro nombre está inspirado en la obra El ánfora del lenguaje de Bruno Rosario Candelier, ideador y promotor de esta tertulia. En su introducción podemos leer: "Todo lo que entraña la palabra, en atención al hermoso don del lenguaje, la reflexión y la creatividad, justifica conocerla y estudiarla en todas sus vertientes expresivas".
lunes, 31 de mayo de 2010
Con el acento en nuestras madres. Publicado en el suplemento especial de Diario Libre del 25.05.2010
Un año más vuelve el mes de mayo y con él llega la celebración del día de la Madre. Como muchas otras fechas, muy explotadas por motivos comerciales, tiene en su origen una motivación noble. Nunca está de más recordar y recordarles cuánto las queremos, cuánto las necesitamos y cuánto les debemos.
Para la mayoría de nosotros la figura materna evoca una infancia de cuentos y canciones, de buenos sabores y de buenos olores, de caricias y de alguna que otra reprimenda. De sus labios aprendemos las primeras palabras y su acento nos introduce en el universo de nuestra lengua. Hay estudios recientes que indican que los recién nacidos reproducen en sus llantos características sonoras del idioma que escucharon ya desde el vientre materno. Es por esa razón por la que llamamos materna a la lengua con la que empezamos a aprender y a conocer el mundo. La expresión lengua materna no se opone a la expresión lengua paterna, sino a lengua extranjera o a segunda lengua. Nuestra aspiración es que el papel que desempeñan los padres en la transmisión de los conocimientos lingüísticos en los primeros años de la vida sea cada vez mayor; esta implicación creciente en la crianza y en la educación de los hijos, habitualmente reservadas a la madre, logrará un protagonismo compartido para ambos progenitores.
La palabra madre, como la mayoría de las de nuestra lengua, deriva del latín, lengua madre del español y de la familia de las lenguas romances, como el francés, el italiano, el rumano, el catalán, el gallego o el portugués. El tierno mama, que ya ha quedado relegado a zonas rurales, pasa a pronunciarse mamá gracias a la influencia que el francés ejerció en el español en el siglo XVIII. La dominicana mai es en su origen un portuguesismo. Distintos miembros de una misma familia.
En el español americano mami o mamita dejan de designar a la madre cuando se usan para dirigirse a la novia o a la esposa en una expresión afectuosa; o cuando salen a pie de calle, junto con las mamacitas, mamazotas o mamichulas, para referirse a una mujer atractiva. Algún día tendremos que analizar detenidamente este deslizamiento del significado de un término que todos sentimos tan cercano.
Como si de una verdadera madre se tratara, de la palabra madre han surgido nuevos significados y también nuevas palabras. Está en el origen de las madrastras, de las madrinas y de las matronas, del madrinazgo y del matrimonio, de las comadres y del comadreo. A la universidad la conocemos como la alma máter, expresión latina que significa 'madre nutricia', que nos recuerda metafóricamente su función como madre proveedora de alimento para la inteligencia.
Les debemos a nuestras madres, entre otras muchas cosas, el respeto por el valioso legado que nos transmitieron palabra a palabra. Empezamos a reconocer su dificultad y su grandeza cuando nos toca ser madres y heredamos la hermosa responsabilidad de enseñar a hablar a nuestros hijos.
lunes, 24 de mayo de 2010
lunes, 17 de mayo de 2010
domingo, 16 de mayo de 2010
El lenguaje del teatro: Franklin Domínguez
ACADEMIA DOMINICANA DE LA LENGUA
CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
Fundada el 12 de octubre de 1927
"La Lengua es la Patria"
Santo Domingo, República Dominicana
INVITACIÓN
La Academia Dominicana de la Lengua se complace en invitarle a la presentación de la conferencia "El lenguaje del teatro", que dictará el Dr. Franklin Domínguez, en el marco de la Tertulia Lingüística de la Academia, coordinada por la Licda. María José Rincón.
El acto lingüístico se realizará en la Casa de las Academias, el miércoles 19 de mayo de 2010, a las cinco de la tarde.
En espera de su amable presencia, le saluda cordialmente,
Dr. Bruno Rosario Candelier
Director.-
Lugar: C/ Mercedes 204, Ciudad Colonial
Día: Miércoles 19 de mayo de 2010.
Hora: 5:00 p. m.
Página de la Tertulia: www.elanforadelaspalabras.blogspot.com
Dirección:
Casa de las Academias
C/ Mercedes 204, Ciudad Colonial, Santo Domingo, República Dominicana.
Tel. 809-687-9197 <acadom2003@hotmail.com>, http://www.academia.org.do
viernes, 14 de mayo de 2010
lunes, 10 de mayo de 2010
Cita con Gabriela Mistral en la Academia
ACADEMIA DOMINICANA DE LA LENGUA
CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
Fundada el 12 de octubre de 1927
"La Lengua es la Patria"
Santo Domingo, República Dominicana
INVITACIÓN
La Academia Dominicana de la Lengua se complace en invitarle a la presentación del libro Antología literaria de Gabriela Mistral.
Hablarán Ruth Herrera, con "Datos de la edición"; Ofelia Berrido, con "Semblanza biográfica de Gabriela Mistral"; Bruno Rosario Candelier, con "La dimensión interna y mística en la poesía de Gabriela Mistral".
El acto literario se realizará en la sede de nuestra Corporación, el martes 11 de mayo de 2010, a las cinco de la tarde. La obra de Gabriela Mistral enriquece la hermosa tradición literaria de la lengua española en América.
En espera de su amable presencia, le saluda cordialmente,
Dr. Bruno Rosario Candelier
Director.-
Lugar: C/ Mercedes 204, Ciudad Colonial
Día: Martes 11 de mayo 2010.
Hora: 5:00 p. m.
Casa de las Academias, C/ Mercedes 204, Ciudad Colonial
Santo Domingo, República Dominicana
Fonofax: 809-687-9197.
miércoles, 5 de mayo de 2010
Nuestro nuevo diccionario: el Diccionario de americanismos
Ante el soberbio edificio de este nuevo diccionario académico, el Diccionario de americanismos, me ha tocado a mí en suerte referirme a su planta. Del mismo modo que, ante una espléndida obra arquitectónica, nuestros pensamientos se remiten a los diseños de los planos que le sirvieron de soporte y guía, ante esta obra lexicográfica, que ocupa ya un lugar primordial en la historia de la lexicografía hispánica, nos planteamos cuáles han sido las directrices fundamentales que han ayudado a construirla y que serán esenciales a la hora de que sus lectores, o como se les llama en la introducción, sus consultores le puedan extraer el máximo rendimiento.
Los candidatos a consultores de este nuevo diccionario somos nación. Los hablantes de cualquiera de las variedades del español de América conoceremos mejor nuestra propia idiosincrasia lingüística; los lectores de la pujante literatura hispanoamericana agradeceremos su ayuda para el disfrute y la interpretación de textos teñidos de las peculiaridades léxicas americanas; los interesados en el español como segunda lengua encontrarán en él el complemento de consulta imprescindible al tradicional diccionario académico. No dudo de que va a convertirse en un instrumento de gran utilidad para la descodificación de textos orales y escritos pertenecientes al español americano.
Porque esta es su gran razón de ser, lo que identifica y le da personalidad a la obra que hoy ponen en nuestras manos las Academias. Estamos ante un diccionario dialectal del español de América, un español de América que supone la población y la extensión territorial mayoritaria de los hablantes de español como lengua materna, desde Tierra del Fuego en el sur del continente, al gigante estadounidense, hoy por hoy el segundo país hispanohablante del mundo. El punto de referencia y de contraste de uso lo constituye el español general, el léxico español compartido por todos los que hablamos en nuestra lengua, y que representa más del 80 por ciento de nuestro vocabulario. Se conjura así la crítica que habitualmente enfrentan las obras académicas acerca de su eurocentrismo.
La creación de las academias americanas de la lengua española, a finales del siglo XX y principios del XX, está en el germen de este diccionario. Sus aportaciones lexicográficas, de primera mano, sobre el uso y la difusión real de cada vocablo en sus respectivos países acortó la brecha de conocimiento mutuo existente entre las dos orillas del español. De ese acercamiento inicial, de ese viaje de ida y vuelta, nació la idea de esta obra; pero los azares que siempre presiden la historia, también la historia de las lenguas, provocaron que fuera el Diccionario de la lengua española de la Real Academia la primera obra que se enriqueció con esta colaboración panhispánica. Tras años de esfuerzo, el trabajo mancomunado de todas las academias ha logrado finalmente que el proyecto del Diccionario de Americanismos arribara a buen puerto.
Hablemos del diccionario. Empecemos por lo que está en el diccionario pero no es diccionario propiamente dicho. El primer paso, como lectores, si queremos sacarle el máximo partido, es la lectura detenida de las instrucciones de uso. En este caso, de la "Guía del consultor", que recorre las características generales de la obra y hace un repaso intenso y extenso por su planta, diseñada por Humberto López Morales, desde sus características generales, pasando por su macroestructura, hasta describir detenidamente su compleja microestructura.
Si nos trasladamos al final de la obra, una vez pasado el cuerpo del diccionario, nos encontramos con un índice y una colección de apéndices que completan la macroestructura de la obra y descargan su microestructura. La sorpresa del "Índice sinonímico" nos habla a primera vista de la capacidad de que disponemos los hispanohablantes para la creatividad léxica. Si los sinónimos registrados de una palabra no llegan a 10, éstos se incluyen al final de su correspondiente artículo lexicográfico. Pero si su número supera los 10, éstos pasan a formar parte del Índice sinonímico, desde los 142 sinónimos dedicados al vocablo amigo a los 253 del lema niño, a. No me he atrevido a contabilizar los sinónimos de los nombres o adjetivos despectivos, que tanta creatividad provocan entre los hablantes. El índice de sinónimos se completa con dos apéndice dedicados a recopilar las denominaciones de las etnias y de las lenguas indígenas vivas de Hispanoamérica; un apéndice registra los gentilicios americanos, organizados por países; dentro de éstos se registran provincias, ciudades importantes, gentilicios regionales y suprarregionales y los gentilicios dedicados a los extranjeros. Estas relaciones se completan con la dedicada a los hipocorísticos y las siglas hispanoamericanas de mayor uso así como a la nomenclatura institucional de cada país.
No podrá achacársele a esta obra lo que habitualmente se critica, por desconocimiento, a los diccionarios académicos. La Asociación de Academias ha diseñado un diccionario descriptivo, que pretende registrar todo el léxico en uso en las variedades americanas del español; no se veta, en esta ocasión, la entrada en sus páginas de los neologismos, de los extranjerismos o de las palabras consideradas malsonantes, vulgares u ofensivas. Vean como el escritor dominicano César Nicolás Penson criticaba en 1889 el diccionario académico en su relato costumbrista "El juego de San Andrés": "Individuo había de tan recias pulgas que, acaso en el acto de pillárselas en el cuerpo y enfriándole la voluntad un soberano chisquetazo, arremetía furioso a una franca, a un viejo machete de cabo, a una escopeta o carabina y saliese tras los burladores echando todas las pestes que por corteses no han podido transigir con el diccionario ni aún tan siquiera con el de la Academia, por ser el más malo de todos". Se sentiría satisfecho el escritor dominicano y es posible que hasta templara un tanto sus críticas.
El sistema de marcas es muy completo y resulta una herramienta imprescindible cuando nuestro objeto de estudio es la lengua de una inmensa comunidad lingüística, tanto en lo territorial como en lo humano. Conocemos como marcas a las abreviaturas que se incluyen en los artículos lexicográficos, normalmente a continuación del lema, con el objetivo de aportar información pertinente acerca de las condiciones de uso de cada voz. A pesar de que habitualmente las pasamos por alto, les aconsejo que no desaprovechen el valioso caudal de información que en este diccionario se nos aporta a través de las marcas.
Encontraremos que cada lema, y si es necesario, cada acepción, va acompañado de una marca diatópica, hasta veinte marcas distintas. Estas marcas, expresadas en abreviatura, registran la distribución geográfica de la palabra, de norte a sur y de oeste a este, en el continente americano. De esta forma sabremos en qué lugares de América se usa cada voz y cada una de sus distintas acepciones.
Como materia viva y en constante cambio, la lengua, y especialmente el léxico, refleja el paso del tiempo. El diccionario nos ayuda a orientarnos temporalmente acerca de la vigencia de cada vocablo. Gracias a las marcas de frecuencia de uso sabremos si la palabra definida puede utilizarse sin ninguna restricción o si, por el contrario, es poco usada u obsolescente.
Muy valiosa resulta la información sociolingüística. Con estas indicaciones, colocadas después de cada definición, sabremos si la palabra en cuestión es propia de un grupo determinado de hablantes y, por lo tanto, puede considerarse como perteneciente al registro estudiantil, policial o delincuencial, por poner sólo tres ejemplos. Si nos detenemos con la suficiente atención, y conociendo las instrucciones de uso, podremos conocer la valoración social, positiva, negativa o neutra, que la comunidad hace de determinados vocablos; desde la valoración más prestigiosa, hasta la consideración de una expresión como vulgar o, incluso, como tabú. Sabremos además si la palabra consultada es propia de un estrato social determinado, culto o popular, y si la elegimos, o la eligen en cualquier país americano, en situaciones comunicativas esmeradas, que exigen un cierto cuidado en la expresión, o en situaciones comunicativas espontáneas o coloquiales. Pero esto no es todo. Se incluyen además marcas pragmáticas. Con este tipo de marcas podremos acercarnos a la intención comunicativa del hablante, desde la expresión afectuosa, pasando por la festiva o hiperbólica, hasta llegar a la despectiva.
Mi pretensión con este repaso por el sistema de marcas del Diccionario de Americanismos no es otra que animarlos a que saquen el máximo partido de una obra que está diseñada y elaborada para ustedes, para su uso y consulta. En alguna ocasión en que he hablado de diccionarios he recordado las palabras del lexicógrafo Manuel Seco, un maestro en el difícil arte y oficio de hacer diccionarios, cuando afirmaba que nuestra infrautilización del diccionario es equiparable a disponer de las obras completas de William Shakespeare y usarlas para calzar un sillón que no asienta bien.
Si hay una obra de cabecera por definición, esa debería ser el diccionario. Porque el diccionario nos abre las puertas de las palabras, que en una expresión muy literaria y muy cinematográfica, son la materia de la que están hechos los sueños, nuestros sueños, y también nuestras realidades.
Escribía Charles Bally, un lingüista suizo, discípulo de Ferdinand de Saussure, que "El lenguaje natural, ese que todos hablamos, no está al servicio ni de la razón pura ni del arte; no apunta a un ideal lógico ni a un ideal literario; su función primordial y constante no es la de construir silogismos, ni la de redondear periodos, ni la de plegarse a las leyes del alejandrino. El lenguaje está simplemente al servicio de la vida, y no de la vida de unos pocos, sino de la de todos […]". Decía al comienzo que hoy las Academias de la lengua española ponen en nuestras manos este diccionario, y fíjense bien que digo en nuestras manos, no como adorno en nuestros libreros. Propongo que nos hagamos eco de las palabras de Charles Bally y pongamos esta nueva obra académica al servicio de nuestra vida.