miércoles, 7 de noviembre de 2012

Un lavado de cara

Hasta ahora, cuando adoptábamos una palabra procedente de otro idioma, solíamos escribirla un poco a la brigandina. Esta práctica da lugar a que una misma palabra aparezca escrita de mil y una maneras, con las consiguientes vacilaciones a la hora de elegir cuál es la forma correcta. Así sucede con el sustantivo yipeta (escrito *jeepeta, *jipeta, etc.) sobre el que se interesa un usuario de la sección de consultas de nuestra Academia Dominicana de la Lengua.

Y digo hasta ahora porque ya no tenemos excusa cuando se trate de adaptar un extranjerismo a nuestra lengua. La nueva ortografía académica incluye las recomendaciones básicas para que esta hispanización llegue a buen puerto ortográfico. Como en español la letra jota representa únicamente el sonido /j/ (como en jengibre, juez o joya), las palabras procedentes de otros idiomas en las que la jota representa un sonido similar a nuestro /y/ deben adaptar su grafía, sustituyendo la jota de su lengua original por nuestra ye; de igual forma procederemos si en el idioma de origen aparece una g + e, i representado el sonido /y/: el jacuzzi será yacusi y el manager será mánayer. Las tildes también se incluyen en el proceso de castellanización.

La duda de nuestro lector interesado queda resuelta. Un anglicismo en origen (jeep, pronunciado /yip/ en inglés) deriva en una palabra españolizada gracias al sufijo –eta, que comparte con otros sustantivos que nombran vehículos (camioneta, furgoneta,
motoneta). Para no quedarnos cortos, castellanizamos también su escritura según nuestras normas ortográficas; un lavado de cara que nos deja una nueva palabra. Ya que las yipetas proliferan en nuestras calles, solo nos queda aprender a llamarlas por su nombre.

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