martes, 2 de octubre de 2012

Renovarse o morir

En las Academias de la Lengua Española no dejamos de aprovechar lo que de bueno nos ofrecen las nuevas tecnologías. Si los dispositivos móviles están a la orden del día, allá va el Diccionario. Los hispanohablantes no podemos quejarnos de su disponibilidad gratuita e inmediata. El Grupo Planeta, editor del diccionario académico tradicional, ha desarrollado una aplicación que puede descargarse en teléfonos y tabletas (de momento para los sistemas operativos de Apple o Android, aunque ya está prevista la ampliación a otros sistemas).

Parafraseando el dicho, si el lector no va al diccionario, el diccionario va al lector. Y parece que funciona. Las descargas diarias superan ya las tres mil. El contenido al que podemos tener acceso es el mismo que la RAE ofrece en su página electrónica: el diccionario en su edición vigésima segunda, que vio la luz en papel en 2001, además de todas las enmiendas que han sido admitidas desde esa fecha hasta la actualidad.

Dice la Academia que la media de consultas diarias a través de Internet ronda los dos millones. No me sorprende que el número de accesos a la página académica y a sus recursos esté encabezado por los Estados Unidos, seguidos, aunque a distancia, por México y Argentina. Sin duda, la posibilidad de hacer consultas a través del móvil es una forma actual de convertir el diccionario en libro de cabecera. A partir de ahora, cuando vea a una pareja o a una familia, cuyos miembros, sentados frente a frente y sin cruzar palabra, se obnubilan con una pequeña pantalla y teclean a velocidad de vértigo, me consolaré imaginando que, tal vez, están buscando una definición en el diccionario.

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