lunes, 12 de marzo de 2012

La alfombra roja

    Ay, las alfombras rojas… (y las de otros colores, que también las hay). No solo sirven de prólogo a las premiaciones sino que incluso llegan a robarles el  protagonismo. Su consecuencia inmediata es la inevitable lista de hombres y mujeres destacados por sus galas o por su mal gusto. Volveremos a toparnos con las esperadas y temidas listas de las mujeres y los hombres mejor y peor vestidos.

    Con ellas llegará la muy repetida incorrección de hacer que el comparativo del adverbio concuerde en número con el participio. Acudamos a los ejemplos para que nos ayuden a ver dónde está el error. Seguro que más de una vez escucharemos hablar de *las personas mejores y peores vestidas. En este tipo de frases mejor y peor deben permanecer sin cambios, porque funcionan como comparativos o superlativos de los adverbios bien y mal. Los adverbios, como recordarán, son palabras invariables y no experimentan cambios de género ni de número. El error es más común de lo que podríamos pensar porque esta forma de expresar el grado de adecuación, para lo bueno o para lo malo, es muy frecuente. La usamos cuando hablamos de las escuelas peor equipadas de la región, de los jóvenes mejor dispuestos para enfrentar el futuro o de los políticos peor preparados para desempeñar sus cargos.

    En cambio, si comparativo o  superlativo corresponden a los adjetivos bueno y malo deben concordar en género y número con el sustantivo al que acompañen. Pediremos mejores equipamientos para nuestras escuelas, nos alegraremos por la mejor disposición de nuestros jóvenes y trataremos de no resignarnos a las peores condiciones de vida.         


 

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