miércoles, 14 de noviembre de 2012

Paréntesis: ¿un signo ortográfico en extinción?

A veces las modas también se notan en el idioma. Los paréntesis parecen haber perdido vigencia en el uso escrito de los hablantes. Cada día los vemos menos en cualquier tipo de texto a pesar de que son muy prácticos para aportar claridad a nuestros escritos. Puede ser que las comas (ambos signos comparten algunas aplicaciones) les estén ganando la partida.

Su función principal es la introducción de una aclaración o de una información complementaria en un texto, especialmente si el inciso tiene una estructura independiente o aislada del texto principal. Si queremos aportar algún dato concreto adicional también podemos recurrir a los paréntesis. Les resultarán muy útiles si quieren introducir fechas, precisar siglas o aclarar el significado de alguna expresión en otro idioma: La publicación del nuevo DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) está prevista para el año en que se celebrará un nuevo centenario académico (2014).

Como signo ortográfico doble tiene su ortografía particular (se escriben pegados a la primera y última palabra de la frase que enmarcan y separados por un espacio de las palabras que los preceden o los siguen). Aunque el texto que se enmarca con los paréntesis mantiene su puntuación independiente en el interior, si lleva un punto al final, este siempre se coloca después del paréntesis de cierre

Nuestros escritos (¡especialmente los periodísticos o los jurídicos!) agradecerían mucho su ayuda. Gráficamente nos ayudan a presentar un texto claro y bien estructurado que facilita la compresión de lo que se quiere expresar. Aprovechemos que están ahí y saquémosles el mayor partido posible.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Un lavado de cara

Hasta ahora, cuando adoptábamos una palabra procedente de otro idioma, solíamos escribirla un poco a la brigandina. Esta práctica da lugar a que una misma palabra aparezca escrita de mil y una maneras, con las consiguientes vacilaciones a la hora de elegir cuál es la forma correcta. Así sucede con el sustantivo yipeta (escrito *jeepeta, *jipeta, etc.) sobre el que se interesa un usuario de la sección de consultas de nuestra Academia Dominicana de la Lengua.

Y digo hasta ahora porque ya no tenemos excusa cuando se trate de adaptar un extranjerismo a nuestra lengua. La nueva ortografía académica incluye las recomendaciones básicas para que esta hispanización llegue a buen puerto ortográfico. Como en español la letra jota representa únicamente el sonido /j/ (como en jengibre, juez o joya), las palabras procedentes de otros idiomas en las que la jota representa un sonido similar a nuestro /y/ deben adaptar su grafía, sustituyendo la jota de su lengua original por nuestra ye; de igual forma procederemos si en el idioma de origen aparece una g + e, i representado el sonido /y/: el jacuzzi será yacusi y el manager será mánayer. Las tildes también se incluyen en el proceso de castellanización.

La duda de nuestro lector interesado queda resuelta. Un anglicismo en origen (jeep, pronunciado /yip/ en inglés) deriva en una palabra españolizada gracias al sufijo –eta, que comparte con otros sustantivos que nombran vehículos (camioneta, furgoneta,
motoneta). Para no quedarnos cortos, castellanizamos también su escritura según nuestras normas ortográficas; un lavado de cara que nos deja una nueva palabra. Ya que las yipetas proliferan en nuestras calles, solo nos queda aprender a llamarlas por su nombre.

Palabras que muestran realidades

    Se acerca el 25 de noviembre, declarado por la ONU como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en memoria de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal. La violencia contra las mujeres se manifiesta de muchas formas. Su expresión más trágica es la que resulta en la muerte de la mujer que la sufre. La frecuencia de estas muertes es tal que ha llegado a generar una palabra que las designa aprovechando un elemento compositivo del español: el sufijo –cidio. Con este sufijo se han creado numerosos sustantivos que tienen como referentes distintos tipos de muertes: parricidio, infanticidio, fratricidio... Un catálogo que habla por sí mismo del peor comportamiento humano y que, por desgracia para nosotros, ha sumado un término a su lista macabra: feminicidio.

    Todas estas palabras se componen de dos elementos; la raíz se refiere a la persona a la que se mata y el sufijo –cidio que significa la 'acción de matar'. Cuando el destinatario de esta acción es una mujer, el término más adecuado es feminicidio, que sigue el patrón del español que usa la base léxica femin- para componer términos relacionados con la mujer (femineidad, feminismo, feminización). Encontrarán también, como sinónimo o no, el sustantivo femicidio, que parece tratarse de un calco del inglés. Una nueva palabra anuncia la aparición de una nueva realidad. Lo lamentable en el caso de la violencia contra la mujer es que, a pesar de ser milenaria, solo ahora estamos empezando a nombrarla. Esperemos que la palabra sea el comienzo del fin.