jueves, 30 de agosto de 2012

Agapito’s bar

    A los hispanohablantes nos corresponde la responsabilidad de aumentar el aprecio que nosotros mismos tenemos por nuestra lengua materna. Con la consulta de un hablante al servicio de consultas de la Academia Dominicana de la Lengua recordé una anécdota que el escritor, profesor y Académico granadino Francisco Ayala recoge en sus memorias a propósito de un discurso del gobernador Muñoz Marín en Puerto Rico. Les reproduzco aquí sus palabras para que nos sirvan de reflexión:  

"[...] para añadir una nota ligera, quiero aducir el memorable discurso que hacia 1955 pronunció el gobernador Muñoz Marín en defensa de la cultura propia de la isla, discurso que tendría varias repercusiones de sano humorismo, entre ellas una canción, bolero o lo que fuere que, bajo el título de Agapito's bar, ponía en solfa un punto anecdótico marcado por el orador cuando refirió que, en sus viajes por la isla, había tropezado con una taberna a la que engalanaba el rótulo de "Agapito´s bar"; y el gobernador exhortaba a Agapito a prescindir de extranjerismo tan ridículo, sin darse cuenta de que Agapito's bares los hay a montones en Perú, en España, en Francia, en Italia y hasta en Turquía".  

Como dice el refrán castizo "Mal de muchos consuelo de tontos".

martes, 28 de agosto de 2012

Rectificar es de sabios

        La cercanía en los sonidos de dos palabras es engañosa y puede provocar malentendidos. Esta situación es la que se produce en la confusión frecuente entre los verbos ratificar y rectificar; dos verbos que, podríamos decir, tienen significados opuestos pero a los que su parecido los traiciona con cierta facilidad.

        Comparten el sufijo, es decir su terminación, -ficar, procedente del latín facere 'hacer'. Lo que los diferencia son apenas dos letras, las que separan a los prefijos rati- y recti-. El primero tiene su origen en el latín ratus que significa 'confirmado'; el segundo nace del latino rectus 'recto'.

        Estas distintas raíces explican la diferencia existente entre sus significados y pueden ayudarnos a evitar la confusión entre uno y otro verbo. Si ratificamos algo estamos aprobándolo o confirmándolo y lo damos por valedero y cierto. Todo lo contrario expresamos cuando elegimos el verbo rectificar. Sus distintas acepciones nos aportan el sentido de corregir algo que se ha hecho o dicho por considerarlo erróneo o inexacto.

        Si nos ratificamos en algo que hemos dicho estaremos confirmando su validez; sin embargo, si rectificamos algo que hemos dicho estaremos corrigiendo o modificando su validez.

        La vida nos da muchas ocasiones para usar estos dos verbos. Si importante es ratificarnos en nuestras convicciones o ratificar nuestros objetivos, mucho más lo es tener la sabiduría de rectificar a tiempo cuando nos equivocamos. Ya saben eso de "rectificar es de sabios". Si aprendemos a diferenciarlos nos ayudarán a expresarnos con precisión, a no tener que rectificar lo dicho y a ratificar nuestro buen uso del español.


 

martes, 21 de agosto de 2012

En busca del libro

    Como si de una novela de intrigas se tratara, un códice medieval desapareció misteriosamente de la catedral de Santiago de Compostela en España el año pasado. La investigación policial desentrañó el misterio y el códice volvió a su tranquilidad entre los vetustos muros catedralicios de donde nunca debió salir. En nuestra época todavía muchos sentimos la atracción inexplicable que provoca la tinta sobre el papel, en todos sus formatos. Los libros han recibido a lo largo de la historia nombres diversos. Aprovechemos la azarosa historia del códice compostelano para acercarnos a ellos.

    Como de muchos otros acontecimientos históricos, el año 1492 fue testigo de la aparición de la imprenta. Hasta entonces los libros eran escritos y copiados a mano –manuscritos- por dedicados amanuenses. Estos libros manuscritos anteriores a la invención de la imprenta son los códices, como el protagonista de nuestra historia de hoy. Los años iniciales de la imprenta, hasta comienzos del siglo XVI, produjeron obras que conocemos como incunables –hermosa palabra que procede del latín incunabula que significaba 'pañales'. Libros en pañales, hermosa imagen, digna de un buen poeta.

    Desde los incunables hasta nuestros días los libros han sido los reyes, en baratas ediciones de bolsillo, hermosas ediciones especiales, obras de segunda mano que se abren por las páginas que más les han gustado a sus antiguos lectores. El libro no se detiene. El nuevo formato de los comienzos de nuestro siglo ya ha llevado a las páginas del diccionario académico la locución libro electrónico. Confiamos en que siempre nos queden muchos libros por descubrir.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Si leyeron Eñe el pasado martes sabrán encontrar un ejemplo de uso incorrecto de la coma en este anuncio.

Si no, relean el pie del anuncio: "Sus 3 hojas muy suaves, absorben con solo tocar".

El sujeto (sus 3 hojas muy suaves) separado del verbo (absorben con solo tocar).

El uso de las mayúsculas deja también mucho que desear. ¿Por qué va en mayúsculas "Nuevo Papel Higiénico"? Para destacar un elemento en un texto publicitario podemos echar mano de muchos recursos pero, desde luego, debemos respetar la ortografía.
Si analizamos someramente el léxico también encontramos algún fallo.

Si lo que queremos expresar es 'por lo menos' debemos usar la locución correcta: como mínimo.

Un anuncio bonito y cuidado en su imagen que balbucea en la expresión lingüística.

martes, 14 de agosto de 2012

Reflexión sobre la lengua de un maestro

Lago en el Parque Nacional de Yellowstone.
Autor: Juan Ramón Peralta.
         Reconozco sin apuro mi debilidad por la prosa narrativa y por la reflexión intensa acerca de la realidad de Javier Marías. En estos días estoy releyendo su trilogía Tu rostro mañana y no puedo evitar volver una y otra vez a este párrafo magistral incluido en su primer volumen Fiebre y Lanza:              

'Antes te he dicho que el hablar, la lengua, es lo que comparten todos, hasta las víctimas con sus verdugos, los amos con sus esclavos y los hombres con sus dioses, no tienes más que acudir a la Biblia y a Homero, o por supuesto a Teresa de Ávila y a Juan de la Cruz en tu idioma. Pero sí dejan de compartirlo algunos, cómo decir, hay quienes no lo poseen, y no son precisamente los mudos o los muy niños'. Ahora en cambio miró hacia abajo un segundo, y aún tenía la vista en la hierba, o quizá más allá, en la invisible tierra bajo la tierra, cuando añadió tras tan breve pausa: 'Los únicos que no lo comparten, Jacobo, son los vivos con los muertos'.

 Un maestro indiscutible.

Nada que las separe

Tengo un amigo académico y, por más señas, Presidente de la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua, que ha diagnosticado una de las dolencias que aquejan la redacción de los dominicanos: la comitis. El abuso de la coma revela falta de organización mental y desconocimiento de conceptos básicos de gramática. Lamentablemente estas dos virtudes no abundan entre nosotros.

Los dos componentes fundamentales de la oración, el sujeto y el verbo, no pueden ir separados por comas. Son elementos tan interrelacionados que se presuponen y su historia de amor no admite ni una coma que los separe. No hay más que leer la mayoría de las páginas publicadas en nuestro país y encontramos infinidad de ejemplos de lo contrario. El error es frecuente cuando el sujeto es largo o está formado por varios elementos separados por comas. El que escribe pierde el camino de la redacción y demuestra falta de ilación mental. Analicemos la frase Todos los empleados que hayan elegido disfrutar sus vacaciones en verano deberán comunicarlo a la dirección. ¿Cuántos de nosotros habríamos optado por incluir una coma entre el sujeto y el verbo, justo después de la palabra verano? Todos hacemos una breve pausa en la lectura en ese punto. Sin embargo, esta pausa no debe ir marcada con una coma, que no puede interponerse entre sujeto y verbo, por largos que estos sean.
No crean que terminamos sin que aparezcan las excepciones. La primera se produce cuando el sujeto es una relación que termina con la palabra etcétera: Pantalones, medias, vestidos, etcétera, se amontonan en las maletas. La segunda excepción la constituye la aparición, inmediatamente después del sujeto, de un inciso separado por comas: Hasta las grandes historias de amor, como la del sujeto y el verbo, necesitan sus pausas.

martes, 7 de agosto de 2012

Encantados de ser diferentes

Navegando en la red he encontrado este acceso a un artículo publicado en El País en España acerca de un estudio que realicé sobre los antropónimos dominicanos. Lo comparto con Ustedes:

jueves, 2 de agosto de 2012

El hilo del collar

    Cuando hablamos, escuchamos a alguien hablar, escribimos o leemos no nos basta con desentrañar el significado de cada palabra o con elegirlas con propiedad; no nos basta tampoco con elegir la dicción adecuada a la situación en la que nos encontramos, con adaptar nuestro oído a acentos distintos al nuestro o con esmerarnos en hacer gala de una ortografía exquisita.

    Con ser imprescindible, el dominio del vocabulario, de la dicción o de la ortografía no es suficiente para lograr una comunicación correcta. Nos falta algo esencial en la comunicación por medio de palabras; nos falta la sintaxis. Desde los griegos llamamos así a las reglas que establecen las lenguas para colocar en orden las palabras, para enlazarlas unas a otras de forma que adquieran el sentido que les queremos dar. Sin ella los elementos que forman la lengua se desgranarían como lo hace un collar cuando se rompe el hilo que engarza cada una de sus piezas.

    Todos los que hemos tenido la fortuna de haber disfrutado de una formación escolar, mejor o peor, hemos oído hablar (o deberíamos haberlo hecho) de sujetos, verbos, complementos, concordancia, subordinación, puntuación… Para muchos no se trata más que de una ristra de términos vacíos que nos vimos obligados a aprender sin entender muy bien para qué servían. Sin embargo, son conceptos muy útiles que, bien manejados, son imprescindibles para expresarnos y entender lo que otros expresan, para persuadir, para no dejarnos engañar, para convencer o para enamorar. Dime cómo está tu sintaxis y te diré cómo funciona tu cabeza y a dónde puedes llegar con las palabras.

Respeto ortográfico

Se acerca uno de los acontecimientos deportivos del año. Londres recibirá los XXX Juegos Olímpicos y nos brindará un verano caliente, al menos deportivamente hablando. Mucho se comentará acerca de la olimpiada - olimpíada, olimpiadas u olimpíadas-, que de las cuatro formas podemos referirnos a esta 'competición universal de deportes que se celebra modernamente cada cuatro años', según la definición académica.

Probablemente también escucharemos usar incorrectamente el numeral con el que nos referimos al número de orden que ocupan estas olimpiadas en la serie de los juegos celebrados en la era moderna. El uso, en el caso de las olimpiadas, como en el de los reyes y papas, prefiere expresar el ordinal en números romanos, que deben ir siempre en mayúsculas: los XXX Juegos Olímpicos (leído los trigésimos Juegos Olímpicos).

Si el ordinal que queremos abreviar no está relacionado con estos ámbitos podemos optar por utilizar los números arábigos seguidos de una letra volada. Esta opción nos obliga a colocar un punto entre la cifra y la letra volada, que será siempre o (1.º), a (4.ª) o er (3.er, 1.er ).

Como en esta ocasión, si nos referimos a un acontecimiento o celebración, debemos anteponer el numeral al sustantivo que lo designa: la 3.ª edición del festival
de cine, el XX aniversario de bodas. Para estos casos En un uso menos cuidado nos encontraremos también la sustitución del ordinal por el cardinal, y así nos comentarán acerca de la treinta Olimpiada de la era moderna, más corriente pero no incorrecto. Por cierto, se usa la inicial mayúscula cuando nos referimos a una olimpiada concreta. Un acontecimiento que, una vez cada cuatro años, es capaz de concertar tantas voluntades bien merece nuestro respeto ortográfico.